viernes, 8 de junio de 2012

He aprendido a aprovechar el tiempo, pero no quiero vivir pendiente del continuo "tic-tac" del reloj; simplemente, quiero disfrutar cada segundo de vida, cada momento vivido, cada sonrisa expresada. Voy a vivir como yo quiero, no dejaré que nadie se interponga en mi vida. Yo construiré mi camino y me marcaré una meta a la que llegaré, pase lo que pase, llegaré a todo lo que me proponga y no dejaré de luchar por ello. Nadie me va a frenar, nadie pondrá fin a mis pasos, ninguna amistad será capaz de cambiarme y, una vez más, digo que seré como yo quiera ser, no como los demás me piden que sea y, en este caso, quiero llegar a ser alguien en la vida, porque no quiero acabar sin estudios, no quiero tirar mi vida por borda y, en un mañana, no quiero depender de mis padres, no quiero tenerlo todo a mi alcance sin haber hecho el más mínimo esfuerzo, porque nunca me ha gustado conseguir todo lo que quiero sin antes haber luchado, además, siempre les he dicho a mis padres que no me den todo lo que quiero, que no me den nada que no merezca y así lo han hecho siempre. Yo no soy una niña que pide hoy y lo tiene mañana gracias a el esfuerzo de sus padres. Yo sé escuchar un "no" como respuesta, porque sé que hay momentos en los que debo escucharlo, pero sé que también llegará el momento de escuchar una voz en mi cabeza que me diga que "sí", entonces, será ahí cuando comience mi lucha. Mis deseos los conseguiré con mi esfuerzo y cuando los alcance sentiré una sensación de victoria, un gran orgullo de mí misma, en cambio, si me lo dan todo hecho me sentiría rara, me sentiría como una persona incapaz de luchar, una persona que se rinde sin antes haberlo intentado, por eso quiero ser lo que soy y puede que sea poca cosa, pero lucho por lo que deseo, me esfuerzo día a día para intentar superarme a mi misma, porque yo no quiero superar a nadie, no me quiero sentir superior a los demás, ya que se rumorea que todas las personas somos iguales, aunque, a veces, no sé si creerme ese rumor, porque la mayoría del mundo no se lo cree y piensa que existen las clases sociales.

Yo no soy superior a nadie, pero me quiero superar a mí misma, quiero aprender a crecer y alcanzar lo que deseo por mí misma. Nunca he sido una niña caprichosa, soy muy conformista para muchas cosas, pero demasiado exigente para otras, es decir, sé conformarme con todo lo que tengo, pero siempre encuentro la necesidad de pedir más, por eso me obligo a luchar, me exijo luchar por lo que deseo, aunque pueda ser feliz sin la necesidad de tener todo aquello que desee. Sé que es imposible tenerlo todo, pero no lo pido todo, solamente quiero lo que me merezco, quiero todo aquello que merezca la pena, quiero conseguir un mérito gracias a una lucha.

Puede que me equivoque, puede que me preocupe demasiado por mi futuro, que esté demasiada centrada en el día de mañana, que no disfrute lo suficiente del día a día, porque me paso mucho tiempo pensando en lo que será de mí en un mañana; dedico demasiado tiempo intentando construir un buen futuro. Tal vez, haya perdido tiempo preocupándome por las críticas y reconozco que siento dolor, reconozco que me llego a ofender con la menor de las críticas y, a veces, he sentido tanto dolor que me he planteado cambiar, he llegado a decir que ser la persona que soy no merece la pena. He pasado demasiadas tardes sola en casa, llorando por ser la niña que soy, recordando cada insulto que mi mente no es capaz de olvidar. He malgastado demasiado tiempo llorando por no ser igual que el resto de las personas de mi edad, pero luego me he parado a pensar en que ser rebelde con la gente que más me quiere, no estudiar, salir de fiesta, tener novio y creer que con eso lo tendré todo el día de mañana, no merece la pena, así que no quiero cambiar y agradezco tener el cerebro que tengo, porque no sabría que hacer si tuviese el cerebro de los adolescentes de mi edad, ya que no le encuentro sentido a nada de lo que se encuentra depositado dentro de él. El cerebro de un adolescente está lleno de fantasía, de ignorancia. Ese tipo de cerebro tiene los ojos demasiado cerrados y me daría miedo tener todo eso dentro de mi cabeza.

He tomado la decisión de no cambiar. No quiero volver a preocuparme por críticas sin sentido, no quiero llorar por sentir esa sensación de que me apartan del resto de la multitud. Existe la posibilidad de que sea diferente a las personas de mi edad, pero soy igual que ellas, aunque con un poco más de neuronas, con un poco más de valor para reaccionar y pensar en mi futuro, con un poco más de fuerza para no dejarme llevar, para ser la persona que yo quiera ser.

Sé que nadie me conoce, al igual que yo tampoco conozco a nadie, ya que aquí, en el mundo, nadie conoce a nadie, porque todas las personas tenemos una personalidad muy profunda, un interior que nadie conoce y, a veces, pensamos que saber el nombre de una persona implica conocerla, pero nada es así, dado que algunas personas actuamos de una manera de la que no somos, porque sentimos miedo de vivir como nosotros queremos, de expresar la personalidad que de verdad tenemos.

Lo único que puedo decir, es que siempre debemos de expresar lo que de verdad somos. No debemos de sentir miedo, ni vergüenza de ser lo que somos, porque cada uno es de una manera distinta; todas las personas tenemos nuestra forma de ser, de actuar, de pensar; todas tenemos defectos y virtudes, pero tenemos que aprender a aceptar lo que somos. Dejemos de intentar cambiar nuestra personalidad, no busquemos ser igual que alguien; aceptemos lo que somos y no lo que nunca seremos; no vivamos preocupados por lo que puedan pensar de nosotros; expresemos lo que sentimos sin miedo a recibir unos malos resultados, porque la vida sigue y no debemos de ver un mal momento como una tormenta eterna; no perdamos el tiempo llorando por haber vivido un mal pasado, porque sabemos que podemos huir del pasado, pero del tiempo no, así que aprovechemos el momento; soñemos sin límites y luchemos por alcanzar nuestros sueños; vivamos el presente e intentemos construir un futuro feliz, pero de la manera en la que nosotros queremos, no en la que el mundo decida.

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