martes, 9 de julio de 2013
Aferrarse al pasado, sabiendo que no volverá.
Duele mirar atrás, pero duele más mirar hacia delante y ver que lo de atrás era mejor. ¿Y qué hacer cuando, mire hacia donde mire, siempre encuentro dolor? Es cierto que he dejado mucho atrás, muchísimos buenos momentos imposibles de superar, imposibles de repetir. Se han ido personas muy grandes, personas que jamás podré reemplazar. Y duele mirar hacia delante y verlo todo vacío, oscuro, y tan frío como el propio invierno. Sí, tal vez me quede mucho por vivir, pero siento miedo de levantar la cabeza y no ver luz al final del túnel; tengo miedo de notar el sol ausente, de perderme entre tanta gente, de no tener a nadie más que no sea la soledad. Noto todo tan raro, que hasta yo me siento extraña conmigo misma. No sé lo que ha cambiado, no sé si es que yo quedé anclada en el pasado, o son los recuerdos los que en mí se han clavado como puñales afilados. Lo que sé es que nada es igual y, cuanto más deseo mirar únicamente hacia delante, más me aferro al pasado. Sé que, ayer, las vueltas del reloj fueron mejores; pero lo fueron por el simple hecho de que no estoy moviendo ni un dedo para que las de hoy mejoren. No sé lo que pasó, pero sé que desde que pasó, nada ha vuelto a ser lo mismo. Siento que, aunque lo intente mil millones de veces, no lograré que todo lo que hoy es nada, sea todo lo que fue antes. Y si ni siquiera lo he intentado, ¿por qué estoy convencida de que saldrá mal? Es una sensación tan rara... Es como querer gritar sintiendo que no me queda voz; como querer luchar sin fuerza, como querer ganar una batalla sintiéndome perdedora antes de comenzarla, como querer hacer fuego donde no quedan más que cenizas. Dicen que hay que mirar siempre hacia delante, como si fuera tan fácil resistirse a dar media vuelta y mirar hacia atrás. Es difícil seguir andando, sabiendo lo mucho que se deja en el camino, al andar. No quiero vivir de recuerdos, quiero recordar lo que he vivido. No sé lo que vendrá, sé lo que ha venido y precisamente es eso lo que me da miedo: lo que está por venir, sintiendo que lo feliz que un día vino, ya no volverá. Me da miedo el mañana, porque ayer no me dio miedo el hoy y, viendo lo que veo, sí debería haberme asustado. Aunque, después de todo, supongo que la mejor manera de sobrevivir, es viviendo. Y para vivir, hacia delante he de seguir. Tal vez no esté tan mal mirar, de vez en cuando, hacia detrás; lo que sí está mal es vivir continuamente en un pasado que nunca volverá. La conclusión es que no se puede vivir de recuerdos, pero sí se puede recordar lo vivido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
...traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
KARINA
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE EXCALIBUR, DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…
José
Ramón...
Gracias, José Ramón.
EliminarHola. Esta entrada última tuya que he leído me ha traído a la memoria el verso de Antonio Machado "Ni el ayer ni el mañana están escritos". Nada está escrito para que se cumpla ni para que no pueda hacerse. Todo, en definitiva, depende de nosotros.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Juanma. Sí, tienes razón. Y gracias por pasarte por aquí. Un cordial saludo.
Eliminar