sábado, 25 de agosto de 2012

Nada es fácil, pero tampoco imposible.

En ocasiones, no sabemos decir todo lo que sentimos. Escondemos nuestros propios sentimientos, lloramos y sentimos desesperación, pero también sentimos miedo de lo que pueda ocurrir si dejamos salir nuestros sentimientos más profundos.

Vivimos cada día imaginando cómo sería nuestra vida al lado de esa persona con la que soñamos cada noche, pero siempre escondemos lo que sentimos cuando tenemos a esa persona cerca.

Dejamos que el tiempo transcurra y no somos capaces de reaccionar, hasta que el tiempo se acaba y es este quién consigue alejarnos de esa persona tan querida por nuestro corazón. Entonces, es ahí cuando llega el dolor, cuando nos arrepentimos de no haber expresado a tiempo todo lo que sentíamos.

Los días pasan envueltos en recuerdos, empapados en lágrimas de añoro. Nos sentimos idiotas al saber que hemos dejado marchar a la persona más especial de nuestra vida, aquella por la que sonreíamos sin querer, por la que se aceleraba nuestro corazón cuándo la teníamos a centímetros de nuestro cuerpo.

No sabemos qué hacer cuándo vemos que todo ha acabado y la distancia ha producido una herida, un hueco vacío en nuestro corazón. Los pensamientos se clavan en nuestra mente como puñales recién afilados.

Nos levantamos cada día con la esperanza de que regrese la persona que hemos dejado escapar, pero todo se queda siempre en eso; en una mísera esperanza que no sé por qué nunca perdemos.

El mundo se nos echa encima y no tenemos a esa persona que nos ayudaba a levantar. Parece que todo ha acabado, pero sabemos que debemos de continuar. Sonreímos sin motivos intentando animar nuestro corazón, aunque estamos seguros de que el desánimo siempre nos acabará derrumbando.

Las personas somos ignorantes. Amamos y la mayoría de las veces no demostramos ese amor. Sentimos miedo del maldito "qué dirán". La cobardía nos hace perder oportunidades. Vivimos dentro de un sueño por el que no luchamos para que se haga realidad. Creemos en el amor, pero no queremos enamorarnos. Decimos que en el amor no importa nada y luego, criticamos a las parejas que se llevan más de diez años de edad, o a aquellas que son de distinta raza. Nunca hemos sido capaces de reaccionar y darnos cuenta de que no merece la pena sufrir por amor. El mundo no se acaba si no tenemos a la persona que amamos a nuestro lado. La vida sigue y tenemos que vivirla con o sin esa persona. El tiempo nos regalará a la persona adecuada y si no es así, es porque no la necesitamos para ser feliz. Es cierto que siempre lloramos por este maldito sentimiento, aunque sabemos que no deberíamos hacerlo. Nadie merece nuestras lágrimas y quien las merezca nunca nos hará llorar, así que levantemos la cabeza. ¿No decimos siempre que la vida son dos días? ¿Por qué desaprovechamos el tiempo en lágrimas de desamor, si sabemos que el tiempo nos hará olvidarnos de esa persona a la que tanto amamos hoy, pero quizás detestemos mañana? Nunca es fácil olvidar a alguien que ha formado una gran parte de nuestra vida, a alguien que ha estado siempre a nuestro lado. Esta vida no es fácil, pero tampoco imposible. Nada es imposible si sabemos cómo actuar. Siempre habrá una persona que olvidar, una sonrisa que expresar, una lágrima que esconder, un secreto que guardar, una razón para llorar, un corazón que arreglar y una lucha sin final. Si vivimos siempre pensando en una misma persona que queremos olvidar, ¿cómo diablos vamos a conseguir sacarla de nuestra mente, si no paramos de recordarla? Sólo tenemos que poner un poco de entusiasmo, fuerza y un par de sonrisas; eso será suficiente para arrancarnos a esa persona.

El amor no es difícil, lo que pasa es que lo complicamos nosotros con nuestras inseguridades. Por una vez, seamos capaces de actuar confiando en nosotros mismos, sin dejarnos llevar por lo que digan los demás. Nadie debe de decidir por nosotros. Si amamos, demostremos ese amor sin miedo a lo que pueda ocurrir. Ni el vértigo, ni el miedo pueden destruir nuestros sueños y mucho menos nuestros sentimientos. Entremos en razón y seamos capaces de enamorarnos del corazón, olvidando el físico, el sexo, la raza y/o la edad de alguien. El amor es un sentimiento precioso y no doloroso como creemos nosotros. Nada duele si sabemos cómo cicatrizar bien las heridas. Siempre nos rompen el corazón, ¿por qué seguimos amando con cada uno de sus pedazos? Se puede vivir sin amor, pero estamos entusiasmados en convivir con él y, ¿para qué? ¿para llorar cuándo todo llegue a su final? ¿para sufrir cuándo se vuelva a ir este sentimiento?

Por mucho que lo evitemos y no lo queramos aceptar, siempre acabamos enamorándonos de alguien. A veces, de la persona menos indicada, sin embargo muchas veces acabamos enamorándonos de la persona perfecta para el resto de nuestra vida. Todo depende de la suerte que nos ofrezca el tiempo. Siempre nos cuesta demostrar lo que sentimos. Tal vez, por vergüenza. Alomejor, por miedo. Pero, aquí, el que no arriesga no gana. El mundo es un riesgo, ¡arriésgate y tendrás más posibilidades para ganar! Expresemos lo que sentimos dentro, ya que así podremos sentirnos mejor, tendremos esa sensación de libertad y nuestra sonrisa se expresará de una manera más sincera.

Y recuerda: No es fácil, pero tampoco imposible.


La vida es de colores, así que nunca la mires en blanco y negro. ¡Y sonríe!






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