martes, 9 de octubre de 2012

Ayer, hoy, mañana.

No me gusta nada estar tanto tiempo alejada de aquí, de mi blog, del único lugar en el que puedo aclarar todas mis dudas. Hace varios días que no había tenido la oportunidad de escribir, ya que los estudios ocupan la mayor parte de mi tiempo. Casi no me queda tiempo para pensar en mí misma, para pensar en lo que he sido, en lo que soy y en lo que puede que sea.

He sido alguien fuerte. También me he comportado muchas veces como una niñata, pero la vida parece tener más sentido cuando no me doy cuenta de nada, cuando sólo veo lo maravilloso y lo malo lo dejo de lado; cuando no quiero darme cuenta de los problemas, del dolor. Sé que todo es mejor comportándome como una niña y tal vez por ello, siento miedo de crecer. El mundo era maravilloso cuando las únicas heridas que tenía eran las que me salían después de haberme caído en el parque.

Hoy, he crecido. Lo que antes me hacía llorar de la risa, ahora ni siquiera me inmuta. La madurez ha llegado.  Ya no río tanto, pero mi sonrisa sigue acompañándome cada día. Me encanta hacer reír, por eso soy un poco payasa. También me gusta mucho reír, siempre me ha gustado hacerlo y es algo que nunca cambiaré. La sonrisa me ha acompañado durante todo este recorrido, así que no la abandonaré. Allí dónde la gente veía un problema, yo lo veía como un motivo para sonreír. Nunca quería aceptar los problemas. No sé si eso era una virtud o un defecto, pero me gustaba sonreír ante los problemas. Ya no puedo sonreír ante ellos, ya soy incapaz de hacerlo. Ahora, me preocupo por encontrar la solución y me desespero si no puedo encontrarla; lloro si veo que todo empeora. Y antes, antes me daba igual no encontrar una solución. Antes, antes sonreía en todo momento, pero ya no puedo. Antes, antes me daba igual luchar con una sola posibilidad entre mil. Todo eso ha acabado. El reloj anda sin rumbo y cada vez lo hace más rápido. Se aproxima la hora de crecer. Temo crecer, dado que tengo miedo de que se empiecen a acumular todos los problemas. Haría lo imposible para volver a nacer y detener el tiempo en ese mismo instante en el que mis ojos se abrieron por primera vez. Quiero detenerme allí, en el instante en el que fui un bebé.

Mi vida ha pasado por tantos momentos, que ya ni siquiera sé lo que puede que sea de mí. Antes, antes lo tenía todo muy claro, pero el tiempo lo revuelve todo y es ahí cuando surgen las dudas. Ya no sé si podré sonreír, mañana. Tal vez, mi sonrisa nunca desaparezca de mi boca, o tal vez sí. ¿Quién sabe? Espero que mañana pueda ser alguien fuerte, más fuerte que ahora. Mañana, quiero ver a la vida como la he visto hasta ahora, es decir, una locura. Puede que yo esté un poco loca. La vida también lo está. Y es que, ¡sin un poco de locura, no hay felicidad!


No importa que mis pasos avancen por caminos pedregosos. Siempre que caiga, me levantaré.

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