lunes, 13 de mayo de 2013

Nostalgia.

Mientras dejo el tiempo pasar, escuchando ese continuo "tic-tac", me encuentro una vez más con una hoja en blanco y un bolígrafo, apenas sin tinta, delante de mí. Y, claro, ya sabes cómo soy yo: siempre caigo en la tentación de escribir; no puedo ver una hoja vacía, sabiendo que yo tengo mucho que decir. ¿Y qué mejor que rellenarla con letras?

Lo que no entiendo es por qué, cada vez que la inspiración entra en mí, lo hace con tu recuerdo y no puedo evitar acabar siempre escribiendo para ti. Habitas muy profundamente dentro de mí, y cada historia mía es una manera distinta de echarte de menos. Es extraño, porque te veo todos los días, sé que sigues estando ahí; pero ya nada es como lo era antes y es eso lo que más me duele, y te puedo asegurar que este dolor corroe, poco a poco, mi interior. 

Añoro, de una manera desbordada, los momentos que viví contigo, tu voz, tu mirada callada que me lo decía todo, los abrazos de tu aroma que me envolvían y me hacían volar al paraíso, tus conversaciones sin sentido que siempre me sacaban una sonrisa, tu conducta de enseñarme a aprender sin permitir que mi sonrisa se ausentara de mi cara... Regresa, por favor.

Puede que parezca un poco absurdo, pero quiero decirte que, hoy, mi sonrisa te la debo a ti. Hoy, sonrío gracias a tus recuerdos, y también a esos segundos en los que nos cruzamos y mi mirada se clava en tus ojos, mientras contemplan el resplandor de tu bonita sonrisa.

Esto es una locura y, sin ser consciente de ello, me estoy volviendo loca únicamente para no olvidarte. Quiero volver a verte aquí, de nuevo. Fuiste tú la única persona que logró hacerme sonreír cada día, tanto en los buenos como en los malos momentos. Fuiste tú la única persona que se acercó a mí a preguntarme "¿Qué te pasa?" cuando estaba llorando. Y es que no puedo soportar hacerme la idea de que tus momentos ya sólo son buenos recuerdos, y quizá no regresen, al igual que tú, que tal vez tampoco lo harás.

Se empieza a formar ese odioso nudo en mi garganta, el que siempre me alerta de que las lágrimas están haciendo fuerza para deslizarse sobre mí; pero yo seré más fuerte que ellas. ¿Sabes por qué? Porque estas letras, una vez más, vuelven a ser para ti, y sé que no te gusta que pierda mi sonrisa, o al menos eso fue lo que un día me dijiste. Así que seré fuerte, confiaré en que volverás, en que mañana nos volveremos a encontrar en el mismo camino que ayer nos separó, en tus palabras que decían "nos volveremos a encontrar más adelante", en ti, confiaré en ti. Y si te gusta verme sonreír, aunque no me puedas ver, te aseguro que yo sonreiré. Si alcanzas a leer esto, podrás apreciar que te extraño, o tal vez ni te molestes en pensar que estas letras son para ti. Un abrazo, y no tardes en regresar.

jueves, 9 de mayo de 2013

El dolor se seca a base de sonrisas.

Aquí estoy una vez más, arrojando letra a letra todo lo que mi voz es incapaz de decir, expresando una tristeza inmune que se resume en una dolida sonrisa. Uno de mis defectos, o una de mis virtudes, no lo tengo del todo claro, es sonreír en todo momento, aunque el dolor corroa y desvanezca cada rincón de mi interior, siempre sonrío. Tal vez lo haga porque la vida me ha hecho tanto daño, que ahora le sonrío, aunque me hiera una, dos, tres, o infinitas veces. Quizá aparente ser pequeña, o no del todo grande, quizá con mi edad lo normal es que no se sepa lo que es una herida procedente de la vida. Pero yo sí lo sé, lo sé desde hace ya muchos años. Sé que no hay peor herida que aquella que abre la vida, porque ese tipo de herida no es como la que me hacía corriendo en el parque, esta herida es casi imposible de cerrar. Cicatriza, pero en el momento menos esperado se abre de nuevo, y duele, aseguro que duele y hace caer en un profundo abismo, como si de un laberinto sin salida se tratase. No se cura con nada, ni con agua oxigenada, ni con tiritas, ni con alcohol... Y no queda otro remedio que seguir adelante, e intentar sanarla con una lagrimosa sonrisa.

El tiempo me ha hecho ver que, por muchos caminos pedregosos, o por muchas realidades de cristal por las que tenga que pasar descalza, nunca debo rendirme. Aunque la soledad me invada, aunque me sienta sin fuerza, aunque sienta que el mundo entero cae sobre mí, siempre he de seguir. 

Sí, puede que todos los días regale una sonrisa a todos, puede que siempre me asome sonriendo a este mundo loco, pero ese no es motivo para tomarme como alguien sin preocupaciones, sin problemas, sin dolor... ¿Y si las personas que más sonríen, tal vez, son las que más han sufrido?

Si sonrío no es porque siempre me sienta bien, sino porque no quiero explicar por qué me siento mal. Porque es mejor resumir todo con un "estoy bien" seguido de una sonrisa, que decir "estoy mal" y tenga que dar explicaciones, las cuales me hacen sentir peor. Prefiero guardar todo para mí, aunque a veces me harte de tanto tragar, sin nada soltar.

Tampoco he venido aquí para decir que estoy mal, sino simple y llanamente para decir que no estoy del todo bien. Estoy un poco harta de que me rodeen tantos malos pensamientos, y carezcan los buenos. Me canso de detenerme continuamente para escuchar a mi mente, y nunca me traiga buenas noticias. Me aburre reproducir la música más alta que mis pensamientos y acabar siempre llorando, oyendo como la tristeza sobrepasa el sonido de las corcheas. Y pensamiento tras pensamiento, dejo la vida pasar, con una sonrisa ahí afuera, mientras aquí dentro las letras empapan día a día, llorando, hojas en blanco. Me tengo que ir ya, así que será mejor que vaya cogiendo una sonrisa y ponga esta hoja al Sol, para dejarla secar, a ver si así se borra el dolor.

domingo, 5 de mayo de 2013

Mi amiga Soledad.

Regreso, una vez más, a vestir con mis letras una hoja en blanco. La soledad siempre me trae inspiración, y tal vez las palabras puedan rellenar cada hueco vacío de esta casa, y también de mi interior. Intento subir el volumen de la música, procurando no oír mis lánguidos pensamientos; pero resulta imposible ignorar a mi mente, cuando sé que me está pidiendo a gritos que me detenga a escucharla. ¿Qué querrá esta vez?

Hey, espera, ya casi la oigo, y me pide de manera desesperada que escriba, que no detenga mis palabras, porque sólo así podré entender lo que me quiere decir. Realmente, no comprendo mis pensamientos sin antes plasmarlos en la escritura. ¿Me vas a decir de una vez qué quieres, mísera mente?

Presiento que has venido para hacerme recordar, porque sabes que dentro de mí permanece un profundo abismo, en el que habita un añoro desbordado. Sabes que no me siento bien, y siempre vienes para hacerme sentir peor. No me hagas recordar, por favor, vete. No pensar, tan sólo quiero no pensar.

Veo que aún sigues aquí, aunque tampoco quiero que te vayas. Solamente pido que con ningún pensamiento me hagas llorar, que si vienes, vengas para hacerme mirar el lado bueno de todo esto que me rodea. ¿Pero cómo voy a mirar el lado bueno, si no sé en qué intrépido lugar se esconde?

Llegué a sentirme extremadamente feliz en aquel presente que, hoy, sólo son recuerdos. Mi mente no deja de recordar, haciéndome llorar, que los mejores momentos del pasado ya no volverán. Y hoy, de esta realidad, yo quiero escapar. Hoy, los buenos momentos ya no son una rutina como lo fueron ayer. Hoy, todo es demasiado aburrido. ¿Y qué puedo hacer? De llorar ya estoy cansada, y de sonreír también.

Siento que entre todos forman un círculo en el que yo me quedo fuera como si fuese un cuadrado incapaz de encajar. Y todo esto, quiera o no, acaba doliendo. Aunque quiera subir el volumen de la música para olvidarme de este mundo loco que me rodea, sé que no puedo hacerme la loca, sé que aquí dentro me arden demasiadas heridas incapaces de cicatrizar. Aunque por fuera quiera demostrar que estoy bien, yo sé perfectamente lo que hay aquí dentro, sé lo que pasa desde el momento en el que la soledad me invade. Aunque sonría, sé que mi sonrisa está cansada. Y aunque sepa que está cansada, también sé que, cuando yo salga de nuevo ahí fuera, volverá a acompañarme, como si nada pasara.