martes, 18 de junio de 2013

Letras sin sentido que, de una manera u otra, vuelven a echarte de menos.

Tú, que siempre estuviste presente cuando no estaba la gente que tanto me prometía. Tú, que me hiciste sonreír en todo momento, incluso en los días más lluviosos. Tú, que me has visto crecer y me has enseñado a hacerlo. ¿Por qué no estás aquí, ahora? ¿Por qué te necesito y ya no estás?

Y esa mirada seria que tan poco me gusta... ¿Por qué me miras así? Tu mirada es como una droga que yo nunca he sido capaz de evitar consumir y, como toda droga, hace cada vez más daño. No sé qué tienes para no lograr olvidarme de ti. Ya ni siquiera es un sentimiento, es un yo qué sé qué, es algo sin sentido que ha invadido mi interior, algo que resulta casi imposible expresar letra a letra.

Aún recuerdo aquel día en el que nos despedimos, intercambiando sonrisas, mientras tú me deseabas lo mejor para todo lo que iba a venir. Aquel odioso timbre que nos separó, aquel maldito reloj que sé que nos volverá a reencontrar más adelante, en el camino... No olvido aquella despedida en la que nos dijimos "adiós", aunque ambos, o por lo menos yo, sabíamos o sabía que iba a ser un "hasta siempre", mientras por dentro yo sentía que todo se me partía en pedacitos de recuerdos, sentía que todo iba a estar roto desde tu partida y así fue, así ha sido. Sin ti todo anda mal, amigo.

Duele que todos aquellos momentos ya sólo sean pasado, que yo no sea capaz de demostrarte que aún me importas; que ni el tiempo, ni la distancia han cambiado nada de lugar; que sigues siendo alguien grande, que continúo sonriendo para ti, porque sé que no te gusta que pierda mi sonrisa; que te extraño, joder, no sabes lo que te extraño.

Y si tú ya no estás aquí para acercarte a mí a preguntarme qué me pasa cuando mi sonrisa no está, ¿quién lo hará? ¿Quién me sacará una sonrisa en todo momento? ¿Quién, si sólo tú podías lograrlo?

Llevo bastante tiempo escribiendo para ti, no puedo evitar inspirarme con tus recuerdos, habitas muy profundamente dentro de mí, siempre acabas colándote en todas mis historias, estás en cada letra que me has visto escribir, en cada letra que tú me enseñaste a escribir.

Te vuelvo a dar las gracias por todo lo que aprendí de ti, por haberme enseñado a seguir adelante con una sonrisa, a pesar de todo. Siempre se puede aprender con una sonrisa y tal vez no haya mejor forma de hacerlo. Lo prometido es deuda y prometí no olvidarte, una promesa un poco dura, lo sé; pero, aunque no quiera, estoy segura de que, pase el tiempo que pase, siempre estarás presente, aquí, aquí junto a mí.

De grandes amigos se pueden sacar grandes historias y tal vez esto que he escrito no sea una gran historia, quizá ni siquiera sea una historia, siento que sólo es algo sin sentido, sólo son palabras que te vuelven a echar de menos; pero sé que tú sí eres un gran amigo, un amigo tan grande que ya no cabe aquí dentro; pero siempre haces lo imposible para quedarte, es mi mente la que se encarga de encerrarte y no dejarte salir. Eres uno de los espejismos más bonitos que alcanzo a ver a cualquier hora, en cualquier momento, hasta en la más profunda oscuridad de la noche. Vuelve.

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